Verano comunitario

jueves, 2 de agosto de 2007

Por fin, mis queridos Don Quijote y Tinterico, por fin puedo contestar a vuestro mensaje. ¡Ah, qué incierta y deleznable es nuestra condición! Una insignificante bagatela ha sido la causa de mi prolongado silencio. El copioso y mágico potho de la terraza, en donde se halla mi caseta, lo llevó Xemi al chalet de su amiga Marcia para que no sufriera ningún percance mientras Clara y Lucas han pintado y hecho faenas en casa, por lo que he estado sin transmisor durante bastante tiempo.
Hoy por la mañana -concluido el zafarrancho- Xemi ha traído el potho, volviéndolo a colocar en su sitio de la terraza. Así que en esta madrugada del tres de agosto estoy correspondiendo al mensaje que me enviasteis hace un mes.


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Vuestras tranquilizadoras noticias son un auténtico bálsamo consolador para quienes os echamos tanto de menos. Pues por ellas sabemos que, aunque os encontréis en el reino de la Mala Uva, secuestrados por las brujidiablas Minga y Chinda, vuestros espíritus conservan una relativa autonomía que os permite seguir combatiendo la sinrazón, la maldad y la falsedad. Espero que las brujas hayan quedado escarmentadas por una buena temporada. Yo no descanso, ni de noche ni de día, machacándome las neuronas, tratando de descubrir el lugar en dónde os tienen apresados y la forma de liberaros.
Mientras tanto, ojalá podamos mantener la recíproca comunicación gracias al árbol de los deseos de las brujas y al bendito potho, al que hoy vuelvo a ver colgado del techo de la terraza, columpiándose alegre y feliz.
¿Qué puedo contaros para divertiros un poco y mitigar los sinsabores que inevitablemente experimentaréis en el reino de la Mala Uva?
Por aquí el verano se ha dejado caer de golpe y porrazo. Ha llegado bufando, montado en un dragón que echa fuego por las fauces de sus cuatro cabezas cardinales. En la urbanización han destapado la piscina. Ya era hora. Los vecinos van tímidamente apareciendo por el parque comunitario, en bañador. Yo me lo paso en grande, mirando y escuchando lo que hacen y dicen, asomado en el balcón.
Hace unos días, a eso de las tres de la tarde, veo a Anacleto, todo orondo y risueño, que sale al parque con un bañador arco iris. Tras pasear su mirada por la hierba, la detiene en la de Collejo, sentado enfrente, en el bordillo de la acera que rodea al parque. Se acerca y se sienta junto a él y le dice:

-Hay que ver qué sosito está hoy esto.
-Sí -contesta Collejo.
-Entre la hierba no se ve ningún caballo correr...
-Ni ningún tigre, pantera o búfalo...
-O alguna serpiente de esas que se te quedan mirando y te hipnotizan.
-Es verdad -asiente Collejo-. Fíjate en esa palmera. No hay ni un solo mono encaramado en ella.
-Y en el agua... ¿qué menos que algún tiburón o anaconda?
-Pues ¿sabes lo que te digo, Collejo?: que esto hay que cambiarlo. De lo contrario este parque desaparecerá. Vendrán los grillos en manadas. No nos dejarán dormir. Se comerán la hierba y terminará convirtiéndose en un desierto.
-¿Y cómo vamos a impedirlo?
-Muy sencillo. Repoblándolo.
-Ja, ja. ¿Y a dónde vamos a ir por los leones -por ejemplo- aparte de lo caros que deben de estar?
-No hay problema, Collejo. Hay que ser prácticos. Mi mujer hizo en las amas de casa un cursillo de pintura y decoración del hogar.
-Y la mía otro de corte y confección ¿y qué más?
-Pues mira. Arriba, en el tejado, tenemos un par de gatos hermosos y guaponazos. Mi mujer los coge y, en un abrir y cerrar de ojos, los transforma en dos auténticos tigres.
-¡No me digas! ¿es posible?
-Así como lo oyes. Además podemos pedir a la señora Flori nos deje su perro blanco. Mi mujer le da una mano de marrón dorado glacé y lo deja igual que un león.
-Pero los leones tienen melena...
-Eso no es problema. Yo tengo en casa una peluca que se ponía mi suegra (pues la pobre se quedó calva por una indigestión de higos). Mi mujer le da otra mano de marrón dorado glacé y asunto resuelto.
-¿Y panteras? Porque si no hay alguna pantera...
-Eso es más fácil todavía. Lucas, el vecino de arriba, tiene un perrillo negro, chiquito, que es una fiera.
-¿El Toby? Bueno, bueno, a ese perro se le va toda la fuerza por la boca. En el fondo es un mierdecilla.
Cuando escuché ese comentario, no faltó nada para que me lanzara en vuelo rasante contra las chirimoyas de Collejo y de Anacleto, para demostrarles de lo que soy capaz; pero me aguanté por ver en qué quedaban los planes de estos insensatos.
-Sí hombre -continuó Anacleto-, a ese perro se le recortan un poco las orejas; se le ata un plomo en la punta del rabo para que se le desenrosque; se le frotan los morros con ajo para que le crezcan los bigotes; se le cabrea un poco y queda idéntico a una pantera.
-La verdad es que eres un genio, Anacleto. ¿Y qué más se podría hacer para animar el parque?
-Muy fácil. Yo tengo una cinta de cantos de canarios, cotorras y periquitos. Y otra de ruidos de la selva. Colocaré un altavoz en el balcón y, de vez en cuando las haré sonar para ambientar el parque.
-¿Y eso es todo?
-Hay más, hay más. También correrán por estas praderas Tarzán y la mona Chita.
-Eso ya es demasiado, Anacleto. ¿Quiénes van a hacer de Tarzán y de Chita?
-Como lo que se pretende es no sólo animar el parque, sino que sea un espectáculo que, en vez de costarnos dinero se convierta en una fuente de ingresos para la comunidad, cada verano hará de Tarzán el vecino que tenga cargo de presidente, y de mona hará el secretario o secretaria. Quien quiera ver la selva en vivo y en directo podrá hacerlo pagando a la comunidad una entrada de diez euros.
-Oye, me parece un plan fantástico. Mañana mismo deberíamos convocar una reunión y proponerlo.

Bueno, amigos Tinterico y Don Quijote, espero que, con vuestras infatigables esfuerzos y ocurrentes remedios, estéis convirtiendo el reino de la Mala Uva en un paraiso de dulce moscatel. Quedo pendiente de vuestras prontas noticias. Toby.




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